ZAFIRO
—¡Zafiro!— ese maldito grito me hizo despertar de golpe y frunci mi ceño al escuchar los pesados pasos dirigiéndose a la habitación en la que estaba con los dos idiotas que se habían despertado tan alarmados como yo.— Maldición, mujer, esto es grave— gruñó mi hermano abriendo la puerta de golpe sin importar que estábamos en ropa interior.
—¿Quieres calmarte?— le gruñí de vuelta pero a él no le importó, en su lugar, corrió para tomar el mando del televisor y me quedé estática con lo que vi.
—¿Podemos confiar nuestro futuro en una mujer inestable?— se veía como subtítulo en las noticias mundiales y pasé un trago grueso.
Mi expediente había sido publicado por completo y allí mencionaban desde los cinco mil asesinatos de sangre negra desde que comencé mi labor como princesa hasta mis adicciones, los intentos de suicidio por depresión y mi estado de salud mental actual. Esto no sería bueno para mi imagen como monarca ante el mundo ya que muchos desconfiarían de mis capacidades pero