El vehículo blindado, La Cápsula Silenciosa, se detuvo a tres cuadras del edificio de apartamentos del Observador. Dentro, la atmósfera era de quietud absoluta, sostenida por la Capa del Ruido Blanco de Lysander y el anclaje inquebrantable de Kael y Elara. El niño había cumplido su parte: el Antídoto Inmortal era invisible, pero Kael debía ser el arma.
"Recuerda, Kael, no puedes usar la purga total," advirtió Elara, sus ojos fijos en el monitor que mostraba el pulso de Lysander. "Si colapsas su conciencia, el vacío de frecuencia alertará al Cronus Group tan rápido como un pico de pureza. Necesitas la Verdad Pura, pero funcional."
Kael asintió, su rostro era la máscara de la concentración. De un compartimento sellado, sacó un pequeño inyector presurizado y un frasco diminuto. El contenido del frasco era la culminación de meses de trabajo de Helena: una micro-dosis del virus de la verdad de su padre, el agente biológico que causaba la purga total, pero desarmado, diluido y controlado a