Al entrar a mí habitación, estaban mis padres con rostros llenos de decepción. El silencio se rompió cuando mi madre comenzó a gritar - ¿Cómo te atreves a hacerme esto?... A-a hacernos esto a tu padre y a mi, nosotros que tanto te hemos protegido - Exclamó mi madre, su rostro estaba totalmente rojo por la furia.
- ¿Yo? - Pregunté como si no supiese nada, levantando una ceja.
- ¡Por favor, Thomas! No lo niegues, Terrence nos ha dicho que saliste desde hace horas -
Claro, ya me habían descubierto gracias al chismoso mayor de Inglaterra ¿Que más podía hacer? ¿Negarlo? No, ya era tarde para excusarme.
Mi madre ordenó estricta vigilancia hacia mí. Fuera de mi habitación se encontraba un guardia y dentro otro más. Mi desesperación había llegado a tal grado.
- ¿Que acaso no tendré privacidad siquiera para ir al baño? -
- Lo lamento hijo. Pero mientras sigas desobedeciendo, estás serán las nuevas reglas - Dijo William, mi padre - Después solucionaremos esto buscando a una chica de tu ed