Me encontré desplomada en uno de los asientos de cuero acolchado del jet privado de Lorenzo, con el zumbido de los motores vibrando bajo mí. Mis manos jugueteaban en mi regazo mientras mi mente daba vueltas sin parar.
¿Por qué está aquí? No pertenece a esta pequeña excursión con Rafael y Aria.
La única razón que podía imaginar era que sospechaba que estaba haciendo alguna misión secreta para Amore.
Gemí en silencio, presionando una mano contra mi frente. Genial. Perfecto. Vine aquí para ayudar a Rafael y arreglar este desastre con Aria, y ahora tengo a Lorenzo encima de mí como una nube tormentosa juzgándome.
Por supuesto, tampoco se quedaría quieto. Sus ojos probablemente escaneaban cada uno de mis movimientos, leyendo mis expresiones, intentando atraparme en una mentira que ni siquiera estaba contando.
Cerré los ojos por un momento, obligándome a respirar. Concéntrate, Isla. Estás aquí por Aria y Rafael. No para jugar al gato y al ratón con Lorenzo Del Fierro… ¡aunque sea increíblem