Emily
Salgo de la empresa, echa una furia, con el corazón en un puño por este intento de reencuentro, por las ilusiones rotas y por el miedo que tengo de este futuro… tan incierto y solitario.
A lo lejos, veo cómo los hijos de Philip se van en un auto lujoso y desaparecen rápidamente de mi vista. Desvío la mirada para concentrarme en arrastrar mis maletas hacia las bancas del otro lado de la calle.
En este estado no podía huir tan rápidamente como mi corazón quería.
Además, la sed de venganza tampoco era algo que pudiera eliminar de mi sistema solo con una reunión desastrosa y por mis propios miedos.
Había huido porque tantas verdades en un solo día eran demasiadas para mí. Y es que fui tan genuinamente tonta al pensar que no… que él se había quedado solo, que no había formado una familia, como si hubiera estado esperando a mi madre, a nosotras.
Ideas tontas que mantuve desde niña.
Aunque por las palabras de mi madre antes de morir, me imaginé que podría ser posible que nos dejara para protegernos… Ahora pienso que solo uso a mi madre. Es el típico hombre rico y casado que no le importa destruir vidas y dejar regados hijos por el mundo.
—¡Qué bastardo! — grito enojada.
No puedo evitar sentir la bilis subir por mi garganta.
¿Cómo es posible que la gente sea tan mala? ¿Cómo es posible que él, mi padre biológico, sea un bastardo desgraciado?
—¿Cómo es que te enamoraste de él, mamá? — le pregunto a la foto que siempre guardo en mi bolsillo. Una foto de mi madre cargándome cuando era una pequeña bebé. —¿Qué le viste?
—Me hice la misma pregunta— suena la voz del desgraciado. Ni siquiera me molesto con levantar mi mirada hacia él. —Ella decía que era afortunada por tenerme a su lado, pero siempre supe que yo era el afortunado porque ella se fijará en mí, porque me amara.
Puedo sentir que se sienta a mi lado.
—Supongo que te contó nuestra historia.
—No lo hizo— digo con frialdad, y él suelta un suspiro tembloroso. —Supe de ti hasta que ella murió.
Vuelve a suspirar con tristeza.
—Lo merezco.
—Sí, mereces ser solo una sombra en nuestras vidas— digo con rencor.
Él se queda en silencio por varios minutos, hasta que un coche elegante se estaciona a nuestro lado.
—Sé que estás aquí por el testamento de tu madre, que no confías en mí y que ahora que sabes de mis hijos, tampoco quieres quedarte a mi lado o siquiera conocerme o conocerlos.
Asiento, aún sin mirarlo, pero sé que él sí lo hace porque su mirada se siente intensa sobre mi rostro.
—Pero también sé, que aunque no quieras te quedaras. Lo harás por ella y por ese carácter que presiento heredaste de tu madre, te quedarás para hacerme ver lo terrible que soy. Y…— suelta una risita resignada. — estoy listo.
Giro mi rostro hacia él con confusión.
—Estoy listo para tus regaños, tu desconfianza, tu odio… Estoy listo para asumir la culpa por todo lo que te he herido y lo que le he hecho a tu madre— su sonrisa triste y resignada me hacen pensar que sí, lo soportará.
—Son cinco meses— digo con una ceja levantada hacia él.
—Cinco meses y más, el tiempo que tú quieras y necesites.
Vuelvo a girar mi rostro al otro lado, para que no vea la sonrisa que se me escapa. ¿Puede ser tan fácil que acepte su destino con mi venganza? O él está actuando.
—Vamos, vayamos a casa— se levanta y estira su mano hacia mí.
Respiro hondo varias veces, y luego, me levanto para irme con él. No tomo su mano, simplemente, dejo que él se encargue de mis maletas mientras yo me subo a su auto lujoso, dejando que me lleve a quién sabe dónde.
***
Esto parece un maldito castillo… es hermoso y tétrico a la vez.
—¡Philip! Te dije que no estaba de acuerdo con que ella viniera a nuestra casa. ¡Es nuestro hogar! El hogar de tu verdadera familia— dice una mujer elegante que parece salir de esas películas inglesas de realeza, pero que ahora, su elegancia se deforma un poco por el enojo.
—¡Amelia! Ya lo hablamos y no hay vuelta atrás.
—¡No lo aceptaré! No voy a aceptar a tu hija bastarda— suelta con tanto odio que me deja sorprendida.
Sin que ninguna se lo espere, Philip le da una bofetada que le voltea el rostro. Ambas estamos en shock.
—¡Padre! — el chico que vi en la empresa se acerca para alejarlo de su madre.
—Me pegaste— dice la mujer con incredulidad. —Me pegaste por ella, por la hija que tuviste con…
—¡Ya basta, Amelia! Sabías de ella, lo hablamos y no tuviste objeciones para reunir a mi familia. No entiendo este acto tuyo.
—¿No entiendes? Me estás humillando, estás humillando a esta familia y lo que hemos construido. Me estás volviendo a herir— dice al borde del llanto. Aunque más me parece una actuación… Tengo el presentimiento de que no es una mujer tan sencilla.
—Sabes que no es así, Amelia— le da una mirada extraña a su esposa. —No es necesario que hagas este drama y lo sabes muy bien.
La mujer lo observa con odio.
—¿De qué estás hablando? — dice su hijo, también confundido por este breve intercambio.
—Nada, hijo. No pasa nada— la mujer parece transformarse y recuperar su compostura. —Puedes quedarte— dice antes de irse con su andar altivo.
—Papá…
—Mamá tiene razón, papá. Ella no puede quedarse aquí— dice su hija, saliendo de quién sabe en dónde.
—Ahora no, Mia.
Pero la chica no lo escucha. Los gritos y lagrimas vuelven a escucharse y mi fastidio es cada vez más grande.
—¡Basta! Estaré aquí por cinco meses. No lo hago por su padre ni porque quiera tener una familia. Fue una promesa mi madre antes de morir y la pienso cumplir. Así que, hablen, griten todo lo que quieran, pero no me iré— digo muy enojada y harta de todos ellos, más del cobarde de Philip que no puede resolver este maldito problema.
Sin que se lo esperen, salgo de su casa rumbo al bello jardín que vi antes de entrar a este caos.
—Necesito que me des fuerza, mamá— digo con voz cansada. Ya harta de tanto drama y de cada puñalada que estoy recibiendo desde la muerte de mamá.
—¿Cómo va la venganza? — me preguntan detrás de mí.
Al girarme, me encuentro al chico sexy del avión.
“No puede ser real”, pienso sorprendida.
—¿Qué haces aquí? — le pregunto de golpe.
Ethan me observa intensamente y me sonríe… dejándome totalmente aturdida.
—Aún no me respondes, mi lady.
—Estoy lista para seguir con ella— respondo con una amplia sonrisa.