—Tienes un aroma muy seductor, Sheyla. Puedes atraer fácilmente la atención de cualquier hombre.
Tragué saliva sin poder hablar.
—Umm... ¿puedes soltarme ya?
—Por supuesto—. Clark retrocede y vuelvo a sentir frío. Su calor es tan reconfortante.
Me doy la vuelta y él no piensa moverse. Nuestros pechos se tocan y los ojos miran hacia su cuello porque no puedo levantar la vista por miedo a derretirme.
Pero Clark es muy tentador, levanto la barbilla y allí, en ese preciso momento, se inclina y sus labios entran en contacto con los míos. Mis ojos se abrieron de sorpresa, pero él parecía tenerlo planeado, ya que sus manos bajaron hasta mis brazos y también los sujetó contra la pared, mientras su cara se acercaba aún más, casi aplastando mi pequeño cuerpo, pero sin llegar a doler.
Nuestro beso se intensificó rápidamente y yo jadeaba en busca de aire.
Mierda, ¡se me va a estropear el maquillaje! No pude controlarme y un gemido se escapó de mis labios cuando nos separamos, pero no duró mucho.