—Buenas noches. — Con mi cuerpo teniendo una mente propia, me di la vuelta y bajé los escalones del porche delantero. Bajé los tres escalones antes de oír un suave suspiro de decepción detrás de mí.
Por fin pude controlarme y me di la vuelta. Cristal empezaba a abrir la puerta y supe que tenía que detenerla.
—Cristal, espera—. Cuando se giró para mirarme, perdí la última pizca de control que tenía sobre mí misma.
Di tres pasos de una sola zancada y me dirigí hacia ella. Sus ojos se abrieron de par en par cuando salté delante de ella.
—Perdóname.
Antes de que pudiera decir una sola palabra, la agarré por la cara y la besé.