Fernando la miró y dijo: —Le estaba preparando fórmula para bebés...
—No es necesario —respondió Aurora, bajándose de la cama y acercándose. —¡Dámela a mí!
Fernando la miró sin decir nada, con los labios apretados.
Aurora extendió la mano, pero él no se movió.
¡Por un momento, el tiempo parecía detenerse!
...
Alfredo volvió.
Parecía de mal humor.
Gabriela no le preguntó nada.
Felipe estaba enfermo.
El ambiente en la casa era un tanto sombrío.
Solo Estela deambulaba por la casa todos los días.
Últimamente, estaba aprendiendo a cocinar.
Y salía a comprar muchos ingredientes.
Alfredo estaba medio recostado en el sofá cuando Estela sacó la sopa que acababa de preparar, justo cuando iba a llevarla a la habitación de Felipe, Alfredo la detuvo: —¿Solo tienes ojos para Felipe, y los demás no somos personas?
Estela lo miró de reojo. —¿Estás loco?
Alfredo sonrió: —No, solo quiero probar el sabor de tu sopa.
Estela replicó: —Hay más en la cocina, sírvete tú mismo.
—Pero yo quiero la que tienes tú