Parecía estar muy emocionada.
Aurora tomó la mano de Gabriela, instándola a sentarse: —Deberías estar contenta, esto no va dirigido contra ti.
—No puedo estar contenta. ¿Acaso por el beneficio se puede actuar sin escrúpulos y quitar la vida a alguien? —dijo ella. Pronto se dio cuenta de su impulsividad y se apresuró a disculparse: —Lo siento...
Aurora sonrió, sin darle importancia: —Sé que no puedes aceptar la malicia humana, pero yo he visto más que tú.
Por eso podía mantener la calma.
—Ahora que tenemos un sospechoso, solo necesitamos encontrar pruebas para limpiar tu nombre.
Mientras Aurora hablaba, el teléfono de Gabriela sonó.
Ella lo miró.
Tuvo una expresión tranquila.
Solo soltó una risa fría desde su garganta.
El hijo del decano la había demandado de nuevo.
¡Sin duda recibiría otra citación del tribunal!
Se sentó y se calmó.
Ahora solo tenía que esperar el resultado de Rodrigo.
Fernando había señalado al sospechoso.
Era una enfermera del hospital que le había dado agua al decan