Gabriela le miró directamente a los ojos: —El feo no es infiel.
Rodrigo levantó una ceja, con una expresión encantadora: —¿Soy infiel?
—Tú... por ahora estás bien, pero en el futuro, quién sabe...
Rodrigo bajó la cabeza y mordió la punta de su nariz: —No lo haré.
Gabriela lo empujó: —Duele.
Rodrigo la miró, riendo de manera encantadora. Bajo sus densas pestañas rizadas se escondió un par de ojos que brillaban intensamente: —¿Dónde duele?
Gabriela se quedó sin palabras.
Otra vez se estaba comportando de manera indecente.
Ella habló seriamente: —No hagas tonterías, no estoy de humor.
—Hmm —Rodrigo obedeció y se tumbó.
Cada uno arregló su ropa y sus sentimientos.
Rodrigo preguntó: —Por cierto, ¿viniste a la empresa a buscarme?
Gabriela respondió: —Sí, tenía algo en mente y quería discutirlo contigo, pero ya está resuelto.
—¿Hmm? —Rodrigo frunció el ceño. —¿Qué asunto es ese que se resolvió tan rápido?
Gabriela respondió sinceramente: —Me demandaron. Quería encontrar un buen abogado, así q