Capítulo 808
Al ver a Estela parada en la puerta, sus cejas fruncidas se relajaron de inmediato, seguido por una expresión de sorpresa: —¿Por qué has venido? ¿Vienes a verme? ¿No soportas que haya venido en vano, verdad?

Su alegría era indescriptible.

Estela bajó la mirada y vio la mano herida de él.

Un sentimiento de dolor pasó rápidamente por sus ojos, pero pronto lo ocultó.

Los dedos que sostenían su bolso se tensaron poco a poco.

Trató de mantener su voz tranquila: —Vine a buscarte porque quiero hablar contigo.

Felipe se hizo a un lado: —Entra primero.

Ella entró.

Su mirada cayó inmediatamente sobre la comida en la mesa, claramente intocada.

Ella preguntó: —¿No has comido el almuerzo?

Felipe sonrió: —Aún no tengo hambre. ¿Quieres beber algo? Te serviré.

Estela se sentó: —No tengo sed, siéntate. Hablemos.

La mano de Felipe, que sostenía la taza, se detuvo por un momento, luego puso la taza abajo.

Podía sentir que cuando Estela dijo que quería hablar, probablemente se trataba de terminar la relac
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