Alfredo la miró y dijo: —¿Tan desconfiada conmigo, tratándome como a un ladrón?
—¿No ha sido así todo el tiempo? —respondió Aurora.
Alfredo sonrió ligeramente: —Aurora, te amo, eso nunca ha cambiado, ¿lo sabes?
Aurora sintió que había algo extraño en él: —Sabes que lo había olvidado.
—Puede que haya olvidado, pero también puedo escuchar algunas cosas de otras personas, ¿cosas sobre el pasado?
Con esto daba a entender que Aurora escuchó que su madre había intentado matarla de boca de otros.
Aurora arqueó una ceja: —¿Qué estás insinuando?
Alfredo continuó: —¿Sabes cuál era tu profesión anterior?
—¿Qué profesión tenía antes? —preguntó Aurora.
—Eras forense —dijo Alfredo. —Ambos éramos compañeros de universidad, y en la universidad, nos enamoramos...
—Estoy cansada —interrumpió Aurora, sin ganas de escuchar más.
Sentía que el comportamiento de Alfredo ese día era extraño y desconcertante.
Alfredo, como si no la hubiera oído decir cansada, y siguió hablando: —Nuestra profesión tenía cierta