PARTE 2 (Capítulo veintiuno)

A veces el calor de un abrazo tapa las heridas que te puede causar la otra persona.

Tom y yo no éramos nada, ni siquiera conocidos. Él no conocía mis mierdas ni yo las suyas. Había sido calentura del momento.

Pero por más que se había disculpado conmigo por lo que me soltó la otra vez en mi sala, cuando se me apareció en medio de la noche en esta en un intento de intimidarme porque había amenazado a su madre…yo sentí como sus palabras se clavaron en mi, abrieron una herida que aún seguía latiendo de ardor.

Yo era todo y a la vez nada.

Todos somos todo y a la vez nada.

Las palabras de la hija de Afrodita me recordaron esa noche en la sala. No la había pasado para nada bien. Las palabras de Tom fueron un recordatorio constante de mi baja autoestima.

La subasta comenzó con ofertas de vacaciones a varios destinos en el mundo, pero pronto incluyó propiedades y objetos de gran valor. Todos los presentes parecían verdaderamente comprometidos en ayudar a quienes no tenían ni un dólar para com
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