Esa noche le escribí a Marcus a su whatsapp. -¿Qué haces?-, le pregunté. Yo estaba en la cama, echada, descalza, con mi pijama de ositos ya puesto y me sentía sensual y coqueta a la vez.
-Recordaba las campiñas de Glasgow, cuando iba montando a "Candela", ahora todo son carros, edificios, tiendas, el mundo se ha estropeado ya no es como era antes libre de contaminación y tanto ruido-, me respondió.
-Hay mucho apuro-, le di la razón.
-Jamás podré acostumbrarme a esos carros modernos, prefiero las calesas jaladas por caballos elegantes y pulcros, hoy todos quieren ganarse y se estrellan y se matan-, renegó.
-Hice un poema-, le escribí mordiendo aún más coqueta mi lengüita.
-¿Eres poetisa?-, creo se sorprendió él.
-Lo intento-, moví mis tobillos sensual, sentía mis pechos pétreos, mordía mis labios y estaba febril, súper sexy, como si él estuviera deseándome.
-A ver-, me desafió.
-Tu amor es una mañanita
tibia y serena
que trae las flores y el rocío
y el