Collin*
Antes del amanecer, Maden había arrastrado a Collin fuera del bosque. Llevaba una venda en los ojos, y todo lo que podía hacer era escuchar los sonidos a su alrededor.
El suelo de tierra, los pasos firmes, las voces distantes. Él la condujo hasta una habitación pequeña y fría. Cuando le quitó la venda, parpadeó contra la tenue luz, sintiendo las cuerdas apretadas en sus muñecas. El lugar estaba casi vacío, solo una cama y una silla.
"Espero que te gusten los alojamientos."
La voz de Maden estaba cargada de sarcasmo.
"¡Hijo de puta!"
gruñó Collin, pero antes de que pudiera decir más, la bofetada llegó rápida y violenta. Su cabeza giró con el impacto, y la piel le ardió bajo la fuerza del golpe.
"No hables así con tu padre." Su voz era baja, amenazante.
Collin levantó el rostro, los ojos brillando de odio.
"Tú no eres mi padre. No eres nada para mí." Su voz tembló, pero de rabia, no de miedo.
Por un momento, Maden la miró como si aquellas palabras realmente lo hubieran afectado.