Collin*
Cuando abrió los ojos, todo a su alrededor era frío y silencioso. El suelo helado mordía su piel y el aire olía una podredumbre antigua impregnado en las paredes. Era el olor a muerte, a abandono. Le llevó un rato entender dónde estaba. La luz débil de una sola antorcha temblaba en un rincón, proyectando sombras grotescas. La penumbra resultaba opresiva.
El estómago se le revolvió. Se puso de rodillas, llevó la mano al vientre y lo acarició con delicadeza, intentando proteger al pequeño ser que llevaba dentro de ese horror. Los dedos le temblaban. Se incorporó despacio y sus ojos se encontraron con rejas alrededor. Una mazmorra. Rejas y piedras frías por todas partes. Un corredor oscuro y celdas que parecían no tener fin.
"¿Hola...?" su voz salió temblorosa, resonando vacía.
No obtuvo respuesta. Pero, a lo lejos, pareció distinguir algo: una escalera al final del corredor. Entonces un susurro débil atravesó el silencio.
"¿Collin?"
Se quedó congelada. El corazón se le aceleró.