Capítulo 35 —Sin palabras dulces
Narrador:
Cleo no se movió. Seguía con la toalla floja en una mano y el pijama empapado pegado a la piel, mientras lo miraba con los ojos cargados de furia y de algo más. Algo que Nerón conocía demasiado bien.
—Ya no puedo más con sus juegos —espetó, temblando de rabia y orgullo herido —¿Por qué vino? ¿A burlarse otra vez? Si quiere tomar lo que compró, hágalo de una mal*dita vez. O llévese su pu*to dinero y déjeme en paz.
Nerón la miró sin moverse. Sus ojos no pestañearon, ni una sola vez. Y luego, con una calma que la hizo sentir aún más vulnerable, negó con la cabeza.
—No quiero ninguna de las dos cosas —respondió en voz baja, pero con una seguridad cortante.
Eso la descolocó. Frunció el ceño.
—¿Entonces qué mier*da quiere?
Él no respondió enseguida. Caminó con deliberación hasta el escritorio, tomó el teléfono de Cleo, que estaba ahí boca abajo, y con unos pocos toques consiguió desbloquearlo. Ella se quedó helada al ver cómo lo hacía sin esfuerzo,