Amaia Domínguez García
Puebla, México
–Amaia, mejor no vayamos a cenar – Axel me dijo poniéndome nerviosa – Ahora mismo, se me antoja hacer otra cosa contigo.
Ya éramos dos los que queríamos eso, si había llegado Cris, que él y la güera estuvieran ahora haciendo lo mismo que nosotros íbamos a hacer, para que estuviéramos todos despejados del estrés que se había acumulado desde la mañana.
–Hagamos lo que quieras, Axel. Yo tampoco quiero ir a cenar, sin antes haber sido tuya.
–Sí, preciosa.
Axel me besó tiernamente y me hizo ver el cielo, mientras que yo me desesperaba mientras nos frotábamos uno contra el otro aún con la ropa puesta, eso me desesperaba y me hacía sentir maravillas. Axel me separó un poco más las piernas con delicadeza y empezó a acariciar por fuera de mi humedad, eso se sentía demasiado bien y yo sentía que me volvía loca porque él me hiciera, lo que yo tanto estaba deseando que me hiciera.
–Hazme el amor, Axel por favor – Le pedí con desesperación – Te amo, te necesit