La salida apresurada del gerente, motivada por la codicia y la manipulación maestra de Alina, dejó un vacío de autoridad en la boutique que la heredera de KORALVEGA no tardó en llenar. El aire en la tienda, cargado con el aroma de cuero nuevo, maderas exóticas y flores frescas, parecía vibrar con la estática de su presencia. Alina se quedó parada en el centro del local, como el eje inamovible sobre el cual giraba todo ese pequeño universo de lujo y servilismo.
Sus ojos grises escanearon rápidamente a las empleadas restantes, un grupo de mujeres jóvenes vestidas de negro impoluto que permanecían en sus posiciones como estatuas nerviosas, inseguras de si debían acercarse, mantenerse invisibles o huir. Alina sabía que tenía una ventana de tiempo limitada antes de que el gerente regresara con su bebida "especial" simulada o, lo que era más crítico, antes de que su jefe de seguridad apareciera con la caballería blindada para "rescatarla" de su supuesta crisis de compras.
Tenía que actuar r