350. TU ERES MI LIBERTAD
ZERAPHINA
Creo que seguía alucinando.
O sea… ¿Cómo las cosas pudieron tomar este rumbo tan loco?
Salí de mis tierras a correr porque me sentía tan sofocada y caí en ese agujero de los mil demonios.
Recuerdo por momentos cómo me abalancé sobre este macho, movida por la ardiente lujuria que quemaba mi mente.
Lo que más queda son todas las deliciosas sensaciones; sus empujes vigorosos aún estremecían mi interior.
Ahora lo tengo completamente desnudo, montado sobre mi forma animal, restregándome descaradamente su erección.
No lo conozco de nada y lo peor es que muero por ronronear y dejarme tocar por esas manos rudas.
¡¿El golpe en la cabeza me dejó idiota?!
¡Que soy la reina Zeraphina de los hombres bestia!
—Mmnn… cambia a tu forma elemental, quiero verte…
Gruñó, mordisqueándome una oreja.
Intento retorcerme y luchar, pero sus músculos se tensan como un grillete y, aunque no está en esa forma enorme de lobo, igual la fuerza recorre cada uno de sus gestos.
—Sssh, pórtate bien,