349. ENGAÑOS VISUALES
NARRADORA
El Duque escuchó los pasos apresurados en el pasillo.
La puerta se abrió y se cerró. Elliot la estaba esperando.
—Elliot, creí que nunca me llamarías —Brenda enseguida caminó hacia él, su loba alborotándose por las feromonas de ese poderoso macho.
A pesar de que el Duque era raro, nunca le había mostrado su lobo interior, ni dejaba acercarse a su loba, pero ellas siempre lo intentaban.
Incluso durante las relaciones sexuales, cuando se salía un poco más de su autocontrol, resultaba bastante hermético.
Brenda no conocía tampoco mucho de su raza; fue una huérfana acogida por unos nobles elementales que no podían tener hijos.
Era una niña linda, aprendió a cantar, a ser obediente y a manipular el corazón de los demás.
Aprendió a esconder su verdadera naturaleza hasta ser descubierta en su primer celo por el poderoso hombre frente a ella, y desde ese día Brenda lo había codiciado realmente en su alma.
Con Elliot podía ser ella misma, sin máscaras, ni mentiras.
—No te me acerques