318. ¡¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO AQUÍ?!
ABIGAIL
Estábamos sentados sobre un agujero oscuro, lleno de cenizas y cuerpos carbonizados a mi alrededor.
Había acabado con la amenaza rebelde, eso era seguro.
Los árboles en el bosque aún humeaban y crepitaban, quemándose; el olor era denso y el humo hacía escocer los ojos.
Lo peor era cómo había dejado el cuerpo de Fenrir.
Las quemaduras severas apenas se iban curando en su piel; debía dolerle tanto, a pesar de su regeneración.
—Tú… ¿tú me sostuviste durante la crisis? —mi voz se quebró al comprender la verdad—. Fenrir, podías haber muerto…
—Entonces moriría contigo, Abigail, porque jamás me había sentido tan desesperado como cuando sentí que te perdía —su voz salió ronca y contenida, entre dientes.
No sabía si estaba furioso, preocupado, desesperado o una mezcla de todo.
—¿Sabes el peligro al que te expusiste? ¡Si no te hubiese encontrado, estarías muerta! —me rugió, y pude ver la desesperación en sus pupilas, que eran una mezcla de rojo y azul.
— No sabía que me acercaba al camp