273. MI RENACER
ROUSSE
Mientras nuestros labios se entrelazan, apoyo un codo al lado de su cabeza para erguirme.
Abajo, mi otra mano ha ido a manosearme el pene, arriba y abajo, sintiendo todas las sensaciones que solo ella me puede dar.
La punta gruesa pinta entre los mojados labios vaginales y mis caderas tiemblan hacia delante, no puedo más…
—Meridiana, te amo, te voy a hacer mi mujer. Seré tu hombre y te cuidaré, para siempre… —mi boca confesó sobre la suya entreabierta en jadeos cortos.
Comencé a empujar lentamente, sintiendo la pequeña resistencia de esos pliegues apretados.
—Mnnn —gimió contra mi boca cuando la besé, acariciando sus caderas, poniendo sus piernas alrededor de mi cintura mientras me sumergía en el placer de la vida y la lujuria.
El grito ahogado de Meridiana y un líquido más suave mojándome el glande me dijeron que había atravesado su virginidad.
Ella me pertenecía, era mía por completo, me había elegido.
Empujé lento, con un ritmo suave, sensual, aferrándome a sus caderas.
Sacá