262. SI MI FAMILIA ESTUVIESE AQUÍ...
NARRADORA
El cuarto entero vibró y el aire se deformó por la violencia de las energías fluctuando.
Todos los cristales explotaron a la vez con un ruido ensordecedor, acompañados por la luz blanca que cegó los ojos de Alan y Victoria.
Cayeron de espaldas, empujados por la onda de energía, directo a la alfombra.
“¡Atrápenlo, maldita sea!”, fue lo último que pudo ordenar Victoria al ver aparecer las manos muertas bajo los tobillos de Frederick.
Alan se arrojó sobre ella para protegerla con su propio cuerpo.
Rugió cuando las afiladas cuchillas de viento hirieron su lomo, pero jamás dejó de proteger el valioso tesoro bajo su vientre.
El castillo entero comenzó a temblar desde los mismos cimientos.
Era como si una magia poderosa hubiese sido arrancada de su centro, y así mismo fue.
Para cuando no hubo peligro, el inmenso lobo se levantó de encima de su hembra.
La lamía con preocupación y él fue quien resulto herido.
—Lobito, ¿estás bien? ¿Draco?
Victoria estaba ansiosa por el olor a sangre