247. EL AMA DE LA MUERTE
VICTORIA
— Venga Sr. le muestro los demás sujetos exitosos.
¿Había más de esos bichos?
Me giré para verlo despedazar al guerrero sobre el suelo.
¡Se lo estaba comiendo como un caníbal!
Sus instintos sangrientos me recordaban en algo a los vampiros.
¡Qué asco por todos los cielos!
Con mi poder temblando, fluí por un pasillo donde se metieron.
Subidos en otro peñasco, miraron hacia abajo.
El alma se me fue al suelo al ver las cajas y cajas, por lo menos cien de esos experimentos con magia negra.
Si todos estos monstruos mutados salían y obedecían a ese maldito viejo, la vida de Dracomir corría peligro.
Por muy poderoso que fuese, no podía luchar contra este ejército mutado.
Estaba literal bajo sus narices y no lo había olido nunca.
El poder de ese cristal de hielo era demasiado peligroso.
Logré salir por donde mismo entré.
El tiempo era demasiado valioso. Ni siquiera me puse a indagar el tema de las hechiceras.
¿Cómo consiguió este hombre mantener a todos bajo su puño?
Eso era un mister