237. SEXO Y VENGANZA
VICTORIA
Ese hombre daba la bienvenida como si fuese el dueño de la fortaleza y, de repente, proponía un brindis por el Lord.
Los focos de nuevo se movieron a nosotros.
Dracomir se notaba tenso y, de plano, se plantó frente a mí tapándome por completo.
Aplausos, incluso exclamaciones de admiración resonaron en su nombre.
Hasta un idiota lo felicitó por masacrar a los vampiros rebeldes de las fronteras.
El júbilo fue mayor, pero la espalda rígida frente a mis ojos me dijo que él estaba incómodo pensando en molestarme.
Estiré la mano y lo acaricié lentamente donde nadie me veía.
Sentí el estremecimiento bajo mis dedos.
“No importa, mi vida… no estoy enojada por eso” le susurré a través de ese lazo temporal que habíamos forjado.
Su amor y sus caricias mentales no tardaron en llegarme.
Eso era lo único que necesitaba para no arrepentirme de haberlo aceptado.
*****
Entre Dracomir rechazando invitaciones a bailes y casi mordiendo a cada hombre que pasaba a mi lado, llegamos al pró