233. EL ENEMIGO VIVE EN TU CASA
VICTORIA
Los latidos de mi corazón amenazaban con delatarme.
¿Le decía la verdad? No sé, sentía que aún no confiaba del todo en él.
¿Y si me encerraba en la torre de su fortaleza para que no escapara?
—Yo… bueno…
—Espera… sshh —antes de que metiera la pata, se puso alerta y me tapó los labios con su dedo.
Su mirada fruncida se movió hacia las cortinas que separaban la recámara de la antesala.
—Algo sucedió, mi Beta me busca y sabía muy bien que no podía molestarme —su expresión severa me decía que había problemas.
—Ve, ve, Draco, tranquilo —comencé a rodarme de su cuerpo, pero fui abrazada de nuevo y besada.
Parecía que le costaba horrores marcharse.
—Maldit4 sea, ahora menos te quiero dejar. Más le vale que alguien haya muerto —masculló levantándose al fin de la cama.
Caminó en su gloriosa desnudez hasta el arcón de madera para sacar un pantalón y una camisa de lino holgada.
Se vistió rápido y preciso, calzándose las botas.
—Descansa y no te preocupes, regreso pronto.
Me besó en los