Francesco
Ver a esa m*****a mocosa ser recibida por la asociación como la gran Heredera, me revuelve el estómago. Yo debí estar ahí, ser reconocido como el verdadero dueño de Mio Cuore.
No veo la hora de irme de esta m*****a fiesta donde todos esos malditos me han menospreciado por años, viéndome solo como el hermano del gran Stefano Carlucci.
La única que me entiende es mi nieta, Romina. Ella al igual que yo nos merecemos ser los dueños de Mio Cuore, hemos estado aquí mientras la niña jugaba a su vida de socialité en San Francisco.
Mio Cuore desde el principio debió ser mía, pero mi hermano se me adelantó casándose con Lucia. ¿Quién podía saber que esa regordeta sin gracia era la dueña de las tierras de Mio Cuore?
Lucia Natale, siempre estaba detrás mío, queriendo llamar mi atención pero yo solo tenía ojos para Isabella, la mujer más hermosa de Turín. Lucia era una joven regordeta, no era fea pero no se comparaba en belleza a Isabella.
El verano en que alcance la mayoría de edad