Capítulo 4
Agusto despertó con resaca.

Se frotó las sienes doloridas. La noche anterior había bebido para ahogar sus penas, pero solo conseguía ver mi rostro frío en su mente.

No encontró su teléfono, así que usó el de un amigo para llamarme solo para descubrir que ya lo había apagado.

Una sensación de pánico como nunca antes lo invadió.

Se apresuró a regresar a casa. En el camino, mi imagen no dejaba de perseguirlo.

¿Cómo era posible que yo, que antes lo complacía en todo, ahora fuera tan implacable?

Al llegar, comenzó a preparar una escena de disculpas:

Flores. Filetes. Joyas.

Lo preparó todo con esmero, esperando ablandar mi corazón.

Pero cuando miró alrededor, por primera vez vio realmente la decadencia de ese hogar.

Los muebles de segunda mano, descascarados. La pintura de las paredes, cayéndose a pedazos.

En el balcón, la ropa para el bebé manchado meciéndose en el viento.

Nunca le había prestado atención.

Ahora, el dolor lo atravesó como un cuchillo.

Por primera vez, se dio c
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