Mahardika caminaba tambaleándose después de salir del coche. Un guardia de seguridad que lo vio corrió hacia él, con la intención de ayudarlo. En lugar de sentirse agradecido, Mahardika se enfureció cuando alguien intentó ayudarlo.
"¡Suéltame, idiota! ¡Qué haces?!" regañó Mahardika con mucha emoción.
"Lo siento, señor. Solo temía que se cayera", dijo el hombre, sintiéndose culpable.
"¿Crees que soy débil?! ¡Largo!", despidió Mahardika sin compasión.
El guardia de seguridad solo quería hacer el bien para que Mahardika, su jefe, no se cayera. Pero, desafortunadamente, Mahardika era demasiado arrogante. No podía apreciar la bondad de sus empleados. A pesar de eso, el guardia de seguridad permaneció en su lugar, asegurándose de que su jefe entrara a la casa sano y salvo. Al ver la forma en que Mahardika caminaba tambaleándose, el corazón del hombre se llenó de preocupación.
Mahardika acababa de entrar en la sala de estar, que parecía tenue a sus ojos. No es de extrañar, muchas de las