capitulo 9

Sin darse cuenta o sí, Mahardika siempre sentía una extraña sensación cada vez que miraba fijamente el rostro de Ayunda, como ahora. El hombre casi se deja llevar, si no hubiera recuperado la conciencia a tiempo.

Mahardika apartó la mirada inmediatamente. Se maldijo por su propia estupidez, por casi quedar cautivado por el encanto de la mujer que tanto odiaba; la mujer que lo había engañado descaradamente y pisoteado el orgullo de su familia.

"¡Quítate!"

Mahardika apartó bruscamente la mano de Ayunda que aún se movía sobre su rostro. Por suerte, Ayunda no llegó a caerse debido a la grosería de su marido.

"Pero aún no te he terminado de curar la cara," susurró Ayunda, tratando de contener el miedo.

El hombre se levantó de la cama inmediatamente y se apresuró a entrar al baño, sin importarle los susurros de Ayunda, que aún estaba preocupada por su herida.

Mahardika ignoró por completo las palabras de Ayunda, considerándolas como aire. Ayunda no pudo hacer nada más que resignarse,
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