Sophia Paterson tiene una vida perfecta. Exitosa ingeniera alimentaria, bella y joven, contrae matrimonio con Ethan Blackwood para expandir el imperio económico su familia, pero ella realmente lo amaba. Sin embargo, su vida da un giro drástico cuando un aparente accidente acaba con la vida de su padre y a ella la deja condenada a una silla de ruedas. El marido que creía perfecto revela su verdadera cara al verla sola, pero para Sophia las cosas apenas empiezan a convertirse en una pesadilla. Seis meses de infernal matrimonio son los que tiene que vivir, confinada en una silla, viendo como su esposo la rechaza por ser una inválida. Pero lo peor es cuando, una noche, Sophia se entera de la terrible verdad. Su madrastra, la única persona que ella creía que la quería, en realidad siempre ha estado conspirando contra ella. Y no solo eso, tiene un affair con su esposo. Destrozada, Sophia los enfrenta, sin imaginar que esa noche iba a ser la última de su vida. Las dos personas que juraron protegerla acaban con su vida. Sin embargo, la vida le da una segunda oportunidad. Sophia regresa seis meses antes de que ocurra el accidente, recordando toda su vida anterior como un sueño. Ahora, está dispuesta a cambiar su destino, salvar a su padre y posiblemente encontrar el verdadero amor, en los brazos de quien menos pensó posible… Alexander Blackwood, el hermano mayor de su esposo.
Leer másLa velocidad del auto que conduce mi padre aumenta de forma progresiva mientras conduce por la autopista. Solo vamos los dos, pero no cruzamos palabra. Estoy molesta con él y lo sabe.
—Sophie ¿vas a seguir enojada conmigo? —pregunta desviando apenas la mirada del camino.
—No quiero hablar contigo —contesto cruzándome de brazos.
Estoy intentando controlarme para no explotar de la furia en este momento.
—Hija, de verdad lo lamento, no era mi intención olvidarme del aniversario de fallecimiento de tu madre, es solo que hoy Lilian tenía un evento importante y…
—Mira papá, nunca te recriminé nada. No me quejé cuando te casaste con una mujer que podría ser otra de tus hijas, no me quejé cuando la hiciste mi madrastra a pesar de que a penas nos llevamos tres años de diferencia, ni cuando le diste tanta potestad de nuestras cosas, dinero, casas y hasta en la empresa. Pero ¿olvidarte de mi madre? Eso sí que no te lo voy a perdonar —sentencio después de haberlo interrumpido.
Él me mira con los ojos abiertos, sorprendido por mi repentina honestidad. Desde que mi madre murió hemos estado solos y aunque me incomodó en un principio que se casara con Lilian, sé que merece ser feliz, así que me lo callé.
—No sabía que te sentías así —admite finalmente.
—Eso no me importa, pero no te voy a perdonar haberme dejado plantada en el cementerio mientras tú estabas divirtiéndote en una fiesta —protesto y aparto la mirada.
En ese momento mi padre intenta tomar mi mano, pero yo forcejo y no lo dejo.
—¡Sophia, escúchame! —exclama.
—¡No! ¡No quiero! Y suéltame. Es más, estaciona aquí, me voy a ir caminando.
Hago el amago de abrir la puerta, incluso con el auto en movimiento, esperando que mi exagerada reacción lo haga detenerse en seco. En cambio, mi padre intenta evitar que abra la puerta, y en su afán, el volante se desvía. Todo se vuelve un caos en un instante.
Mi padre intenta volver al carril para evitar estrellarse contra el camión que viene en frente. Mi corazón se acelera y en ese instante que me doy cuenta de la imprudencia que acabo de cometer.
Él logra regresar al carril con los brazos tensionados en el volante. Lo está apretando tan fuerte que sus nudillos están blancos del esfuerzo.
—Lo siento —susurro.
No obstante, noto que la cara de mi padre sigue inmersa en el shock. No se despega del volante y de pronto la manilla del acelerador comienza a subir al mismo tiempo que la velocidad.
—Papá ¿qué estás haciendo? —pregunto, sintiéndome repentinamente aterrada.
—No puedo detenerlo, no sé qué pasa.
Nos miramos, pero incluso antes de que podamos reaccionar, el auto choca con un muro bajo que divide la separación de una encrucijada. El impacto es brutal.
El cinturón de seguridad me clava en el asiento con fuerza, impidiendo que salga volando por los aires hacia adelante, pero las piernas… siento un dolor agudo cuando se aplastan contra el panel del auto. El metal cede, deformándose como si fuera de papel bajo la presión del choque, y mis rodillas se estrellan contra el tablero con una fuerza que me arranca un grito de dolor.
El auto gira de forma violenta a la derecha, arrastrando el chasis por el asfalto, mientras el vidrio del parabrisas se hace añicos y vuela a nuestro alrededor. Por un momento, todo es un vórtice de sonido ensordecedor: el chirrido de los neumáticos, el crujido del metal retorciéndose y los gritos ahogados de mi padre.
Finalmente, el auto se detiene con un golpe seco. Queda inclinado de manera peligrosa sobre un lado. Respiro con dificultad, el pecho se me sube y baja agitado mientras intento orientarme en medio de la confusión del accidente. El olor a gasolina y a caucho quemado me llena los pulmones, haciéndome toser. Intento moverme, pero estoy atrapada, mis piernas están atrapadas bajo el peso del panel aplastado, y un dolor agudo me recorre desde los muslos hasta los pies.
—Papá… —logro susurrar.
Giro mi cabeza con dificultad para mirarlo, pero lo que veo hace que el miedo se convierta en puro horror. Mi padre está inclinado hacia el volante, su rostro está cubierto de sangre. Su camisa blanca está empapada en un tono carmesí oscuro que se expande lentamente, manchando todo a su alrededor. Hay vidrios rotos esparcidos por el interior del auto, algunos incrustados en su piel, otros caídos como lluvia sobre el asiento.
Mi respiración se acelera mientras intento procesar lo que está ocurriendo. Intento mover mis manos para alcanzar su hombro, para sacudirlo y hacer que despierte, pero mis brazos están débiles, y el dolor en mis piernas me roba toda la fuerza. Estoy atrapada, inmovilizada por el peso del auto y el terror de lo que acaba de suceder.
El sonido de sirenas rompe el silencio. Veo destellos azules y rojos reflejados en los fragmentos de vidrio dispersos por el auto.
Intento mantenerme consciente, lucho contra la oscuridad que amenaza con consumir mi visión. Pero es inútil. Mis párpados se vuelven pesados, y el dolor en mi cuerpo comienza a desvanecerse, reemplazado por un frío penetrante. Mi último pensamiento antes de que todo se apague es para mi padre, esperando que, de alguna manera, alguien llegue a tiempo para salvarnos. Pero el miedo de que sea demasiado tarde me inunda mientras me dejo llevar por la inconsciencia.
***
Abro los ojos de nuevo. Por un momento no tengo idea de qué fue lo que ocurrió. No siento dolor, estoy en una cama suave rodeada de paredes blancas y monitores que miden mis signos vitales. Pronto veo una figura familiar. Mi madrastra… Lilian.
—¡Despertó! —exclama.
A su lado está mi esposo Ethan. Sonrío levemente. Verlos aquí significa que estoy viva a pesar de todo. A mi memoria llegan los últimos momentos del accidente, la visión de mi padre cubierto de sangre…
—M-Mi… papá… —consigo articular. Mi voz suena pegada y rasposa.
—Oh, Sophie… —dice Lilian con un sollozo—... tu padre murió —suelta sin más.
—¿Qué…? —Intento levantarme de la cama, necesito sentarme, necesito entender lo que sucede para no volverme loca. No puede ser… esto es una pesadilla. Pero pronto me doy cuenta de que no puedo moverme.
No puedo mover las piernas.
—¿Qué pasa…? No siento mis piernas —digo. El pánico en mi interior crece y se nota en mi voz.
—No te muevas —habla Ethan con una frialdad que me sorprende—. El doctor dijo que al parecer vas a quedar paralítica.
EPÍLOGOEl aire fresco y la luz suave del atardecer envuelven el cementerio en un ambiente de paz que, por primera vez en mucho tiempo, logro sentir realmente. Estoy parada frente a la lápida de mis padres, con el mármol reflejando apenas un rastro del sol que comienza a ocultarse. Ahora ambos están juntos, al fin en paz. De alguna forma, siento que han encontrado la calma que tanto anhelaba para mí misma.Tomo una bocanada de aire y exhalo despacio. Es curioso, pero ahora, después de todo lo que he pasado, siento que puedo hablarles sin que las palabras me cuesten. Como si este momento fuera la despedida que nunca había podido darles.—Papá, mamá… —mi voz es baja, pero resuena en el silencio—. Quiero agradecerles. Por cada lección que me dieron, por las veces que me cuidaron, incluso cuando no estaba para entenderlo. —Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios—. Gracias por darme la fuerza para enfrentar todo esto.Me agacho lentamente y coloco un ramo de flores sobre la lápida, rec
CAPÍTULO 105: UNA NUEVA VIDAEl sonido de mi respiración se vuelve más fuerte en el silencio de la sala de parto. Todo parece tan surrealista que apenas puedo creerlo. He soñado tanto con este momento, pero ahora que está aquí, parece casi irreal. Alexander está a mi lado, su mano sostiene la mía con tanta firmeza que me da fuerza, como si su apoyo fuera un ancla que me conecta a la realidad.—Sophia, estás haciendo un trabajo increíble, —me susurra él con la voz calmada, pero no puede disimular su emoción. Su mirada está fija en la mía, y veo el amor en sus ojos. No suelta mi mano ni por un segundo, incluso cuando el dolor vuelve a golpearme con fuerza.—A-alexander… no puedo… no puedo… —trato de decir entre respiraciones, mi voz tiembla por el esfuerzo y el agotamiento. Me siento tan vulnerable en este momento.—Sí puedes, Soph —dice él, inclinándose para besar mi frente. Su toque es suave, y ese pequeño gesto hace que algo en mí se relaje, incluso en medio del dolor—. Eres la mujer
CAPÍTULO 104: EL DÍA MÁS FELIZEl día de nuestra boda finalmente llega, y es incluso mejor de lo que podría haber imaginado. No puedo creer que ha pasado tanto en tan poco tiempo. Desde que Alexander me pidió matrimonio hasta ahora apenas han transcurrido dos meses y medio, pero para mí es como si hubiese pasado toda una vida.Todo el horror que viví con Ethan quedó atrás, por fin puedo descansar, por fin soy libre de él y de su tortura. No me alegra que sufra el mismo destino horrible de no poder caminar, pero tampoco puedo sentir lástima por él; sé que es lo que se merecía, y al final, aunque sea tarde, todo lo malo que haces en esta vida, lo pagas de una forma u otra.Mi vientre se nota abultado a través del vestido, pero me siento más hermosa que nunca. El sol brilla sobre el lugar al aire libre donde Alexander y yo elegimos casarnos, rodeados de flores, amigos y familia. Es un escenario perfecto, alejado de toda la oscuridad y el drama que alguna vez ensombrecieron nuestra relaci
CAPÍTULO 103: EL INICIO DE ALGO NUEVOAlexanderSentado en el despacho de Parker, paso los dedos por el borde de la mesa, escuchando las palabras del abogado mientras Sophia aprieta mi mano con fuerza. Aunque el caso se ha complicado y se ha prolongado, estamos aquí, un paso más cerca de dejar todo atrás.Parker repasa el último expediente de forma casi ceremoniosa antes de dejarnos caer la noticia que, aunque esperada, aún retumba en mi mente.—El chico ha retirado la demanda, Alexander —dice Parker con un leve asentimiento—. Ha confesado que todo fue una trampa. Ethan le pagó para que te provocara, esperando que reaccionaras como lo hiciste. Ya no hay cargos en tu contra.Respiro profundamente, tratando de procesar el alivio que esta noticia trae. Ethan siempre ha sido un manipulador, pero jamás pensé que caería tan bajo.—Es oficial entonces. —Miro a Sophia, que sonríe con lágrimas en los ojos. Ella se inclina hacia mí y me abraza.—Sabía que no podía ser de otra forma —susurra ent
CAPÍTULO 102: HUIDALilianLa situación no podía haberse torcido más en mi contra, pero aún no pienso darme por vencida. No he llegado hasta aquí para que unos cuantos papeles me arruinen. Aunque Ethan esté en la cárcel y esos imbéciles de Sophia y Alexander crean que tienen todo controlado, tengo una última carta para jugar: Harrison.Llego a la residencia de Harrison en la tarde, cuando sé que Sophia no estará cerca. Harrison está en el salón, sentado en su silla de ruedas, con su expresión de siempre, tan impenetrable. Me acerco a él despacio, con una sonrisa que solo me costó unos segundos preparar.—Harrison, querido, tenemos que hablar —le digo con dulzura, acercándome y posando mi mano en su hombro, como lo he hecho tantas veces.Él me mira con esa mirada que se ha vuelto cada vez más penetrante y firme desde que recuperó algo de movilidad. Harrison nos vio, lo sé, pero tenía la esperanza de que se quedara callado de por vida. Es hora de poner las cartas sobre la mesa.—Sé que
CAPÍTULO 101: EL ORDEN NATURALCinco días después…La reunión en la sala de juntas está a punto de comenzar, y el ambiente está cargado de murmullos y miradas de curiosidad e incertidumbre. Alexander y yo nos miramos de reojo, ambos conscientes de lo que está en juego. Parker se encuentra a nuestro lado, con un montón de documentos y pruebas que dejamos listos para revelar ante todos. Hoy no hay espacio para el titubeo ni la duda.—¿Estás lista? —me pregunta Alexander en voz baja, sosteniéndome la mano.—Más que nunca —respondo con firmeza.La puerta se abre, y Ethan entra acompañado de Lilian, que lleva su semblante de superioridad en alto. Nos lanza una mirada rápida, casi desdeñosa, como si esta reunión no fuera más que una formalidad para él. No sabe lo que le espera.—Bien, ¿a qué se debe tanta prisa? —dice Ethan, mientras Lilian le empuja la silla de ruedas para quedar en la cabecera de la mesa. A pesar de su estado, sigue siendo un arrogante. Dirige una mirada severa al resto d
Último capítulo