—No fue una amenaza —sollozó Karen—. Es que tenía miedo. No quería ser mamá soltera y que nuestra hija creciera sin una familia unida.
—¿Sabes qué? Mejor ya vamos a dejar esta conversación. No va a…
Kris no terminó la frase. Una vocecita suave y dulce lo interrumpió.
—Papi, ¿por qué estás peleando con mami?
Kris se dio la vuelta y vio a su hija parada en el umbral; se dio cuenta de que se les había olvidado cerrar la puerta. Fue hacia ella y se puso de rodillas, sintiendo que el corazón se le llenaba de amor mientras le tomaba la carita entre las manos.
—No, mi amor. Mami y papi no están peleando. Solo estamos hablando.
—¿Pla… ticando?
—Sí —asintió Kris con una sonrisa y le dio un beso en la frente.
Su bebé. Su Tessa. Su pequeño tesoro. Era lo mejor que le había pasado en los últimos tres años. No había nadie que le importara más que ella.
Ella era la razón por la que no podía llamar error a lo que pasó entre él y Karen hacía tres años. Ese error le había dado a esta niñita a la que ad