—Amor... ¿me pegaste? —preguntó Brandon con voz atónita mientras se llevaba la mano a la mejilla, que le ardía.
Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero Thalassa sabía que no era por la cachetada. Era porque se había dado cuenta de que acababa de perder su minita de oro.
—¡Eres un desgraciado infeliz! —Luisa seguía furiosa y le dio otra cachetada en la otra mejilla—. Y todavía te atreves a inventar mentiras de Thalassa para que yo te crea.
Brandon entró en pánico.
—Amor, no puedes creerle a ella. Esa grabación es falsa. Esa tipa no es más que una…
Antes de que pudiera terminar, un golpe rápido y seco le dio de lleno en la boca y lo mandó al suelo.
—Vuelve a insultar a Thalassa y vas a ver de lo que soy capaz —gruñó Zeke.
Brandon se quejó de dolor, llevándose la mano a la boca, de donde escurría un poco de sangre.
—Cuñado, por favor, créeme. No sé cómo consiguió esa grabación, pero no es real. Ella…
—¡Deja de llamarme así! —siseó Zeke—. Sabía que algo no estaba bien contigo. Nunca me c