Llevaba tiempo sin ver esta imagen. O, al menos, con tanta atención como ahora.

La noche es visible a través de los ventanales de mi apartamento y son un recordatorio de que estoy solo. Un hecho que por un tiempo pude ignorar, pero que ahora, con el regreso de Ivanna, se siente más intenso con cada hora que pasa. Boston se extiende ante mí y los edificios, en este punto de mi intoxicación alcohólica, son solo una maraña de luces que a duras penas logro enfocar

Me termino otro trago de whisky.

El vaso golpea mis dientes cuando bebo, lo justo para sentir que queda algo en mi interior. En la otra mano tengo el maldito documento. Lo leo por décima vez esta noche, aunque ya sé lo que dice. Me lo sé de memoria, porque hace cuatro años la firma del final fue lo único que me quedó de la mujer que amaba.

Su firma y algunas prendas que, a su parecer, no merecía la pena llevarse. Prendas que están en su lugar de siempre. Como si hubiera valorado la posibilidad de regresar, pero no lo hizo en rea