96

*—Uriel:

Se quedaron un rato abrazados, sintiendo cómo sus respiraciones agitadas poco a poco volvían a un ritmo más pausado. El aire fresco de la noche les acariciaba la piel húmeda, y el olor de la hierba y la tierra se mezclaba con el aroma cálido de sus cuerpos.

Danny, todavía con el pulso acelerado, giró sobre el mantel y se acomodó boca abajo, dejando que Uriel quedara encima de él. En cuanto se acomodó, Uriel lo sintió: otra vez duro. Sonrió para sí. Claro, su amado siempre había tenido una resistencia impresionante… una sola sesión nunca era suficiente para él.

—Qué rico es hacerlo bajo la luna y las estrellas… —murmuró Uriel, frotando su cuerpo contra el de Danny, piel con piel, calor con calor, humedad con humedad. El sudor resbalaba por sus torsos, pegándolos aún más, y cada roce era como encender de nuevo una chispa.

—Exhibicionistas, eso es lo que somos —se burló Danny con voz ronca.

Uriel dejó escapar una risita, apoyando la cabeza sobre el pecho firme de su amado.

—Aho
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