SAMIRA
Abriendo la puerta, me topé con el hermano más alto. No tenía la sonrisa cómoda de Caine. Tampoco la curiosidad depredadora y casual que había visto en Hawthorne. Con rostro inmóvil como un estanque en primavera, el hermano de ojos pálidos me observó.
Quise decirle que se relajara, pero frente a sus ojos serios que escudriñaban los míos, perdí parte de mi seguridad. Maverick no me asustaba, pero Costello…
Vestido con una camisa suelta de textura de arpillera y cuello con cordones, su cuerpo delgado era como el de un nadador experto. Todos en esta familia tenían genes increíblemente buenos.
¿Acaso ha parpadeado? me pregunté.
Costello se giró, y tuve la extraña sensación de haber fallado alguna prueba.
—Por aquí —dijo aburrido.
Recuperándome, lo seguí escaleras abajo.
—¿A dónde vamos?
—Maverick te quiere.
—¿Encontraron fotos de la boda?
—Sí.
Hablar con él no era fácil, ugh. Me salvé de tener que molestarme. Empujando la sala, me hizo una seña para entrar. Me deslicé bajo su brazo,