—Te quiero —susurra, su voz entrecortada por la agitación—. Tengo miedo, a veces los temores me superan y batallo constantemente con ellos para no dejarme vencer, pero contigo me siento segura, protegida y querida. Ha pasado muy poco tiempo desde que nos conocimos, a decir verdad, pero te quiero, Jack... Y quererte es bonito.
Levanto el rostro para mirarla, esos preciosos ojos azules nublados por el placer y por un sentimiento que no solo me está haciendo sentir bajo la piel con tanta fuerza. Esos ojos me dicen más que esas palabras tan asertivas y que me tienen el pecho hinchado como si me tratara de un pavo real.
—¿Y sabes qué es todavía más bonito? —pregunto y niega con la cabeza, sin dejar de mirarme a los ojos—. Querernos como lo hacemos.
Su mirada brilla tanto como su sonrisa y no necesita decir más para saber qué es lo que sentimos el uno por el otro.
La atraigo de nuevo hacia mí y la beso con todo ese amor y fuego que borbotea desde adentro con una intensidad insuperable. Supo