—Te quiero —susurra, su voz entrecortada por la agitación—. Tengo miedo, a veces los temores me superan y batallo constantemente con ellos para no dejarme vencer, pero contigo me siento segura, protegida y querida. Ha pasado muy poco tiempo desde que nos conocimos, a decir verdad, pero te quiero, Jack... Y quererte es bonito.Levanto el rostro para mirarla, esos preciosos ojos azules nublados por el placer y por un sentimiento que no solo me está haciendo sentir bajo la piel con tanta fuerza. Esos ojos me dicen más que esas palabras tan asertivas y que me tienen el pecho hinchado como si me tratara de un pavo real.—¿Y sabes qué es todavía más bonito? —pregunto y niega con la cabeza, sin dejar de mirarme a los ojos—. Querernos como lo hacemos.Su mirada brilla tanto como su sonrisa y no necesita decir más para saber qué es lo que sentimos el uno por el otro.La atraigo de nuevo hacia mí y la beso con todo ese amor y fuego que borbotea desde adentro con una intensidad insuperable. Supo
ABBYDos cosas:Una, no tengo ganas de mover ni una sola parte de mi cuerpo.Dos, aún como que sigo en la cima de mi orgasmo porque siento pequeñas palpitaciones entre mis piernas.Pero no tengo más opción que obligarme a dejar de sentirme así y ponerme en pie.Quisiera seguir en la cama, desfogar este deseo y ganas que aún siento bajo la piel hasta la saciedad, pero la insistencia con la que toca Rumer, ya empieza a preocuparme.¿Qué sucedió como para que esté tan alterada y ansiosa de que Jack salga de la habitación?A la fuerza y sintiendo las piernas temblorosas, me pongo de pie y entro al baño de la habitación, limpiando mi sudor, lavando mis manos, cara, boca y partes íntimas antes de salir y vestirme lo más rápido posible mientras veo a Jack ir de un lado a otro, maldiciendo en voz baja como pocas veces lo he escuchado y respondiéndole cada ciertos segundos a Rumer de que pronto va a salir.Cuando se cerciora de que estamos listos y aptos para dar cara, se apresura a abrir la p
No pude hablar con Jack, no me lo permitieron. Lo único que Anthony me alcanzó a decir antes de que saliera de la habitación con Rumer, fue que, tan pronto como pudiera, Jack hablaría conmigo. Pero en ese momento no sería posible, ya que estaba haciéndose cargo de la situación.Los dos hombres con los que llegó Anthony me guían hacia una parte de la casa que no estuve antes, aunque claro, La Casa Blanca es inmensa y hay zonas donde nadie tiene permitido el ingreso, así que en tres semanas que he estado aquí no había manera de que la recorriera en su totalidad.Los pasillos desolados me hacen sentir nerviosa, un miedo inquietante al no saber hacia dónde me llevan. Me aferro de las correas de Kansas y Nerón, sintiendo que ellos son mi calma y quienes me dan un poco de fuerzas en ese instante. Como siempre, son los que me sostienen y me dan la valentía que necesito.Llegamos a un estacionamiento solitario, donde una van blanca nos espera. Uno de los guardaespaldas desliza la puerta corre
El sol se asoma y tiñe de colores el cielo azul oscuro. El amanecer es uno de los tantos espectáculos que me encanta contemplar; ver el cielo siempre ha sido terapéutico para mí, allí con tanta quietud e inmensidad encuentro un poco de sosiego, una paz que no puedo explicar.Un tono amarillo se mezcla con las nubes blancas y el azul, haciendo que frente a mis ojos se despliegue una gama de colores único y hermoso y que capturo en mi mente mientras bebo a sorbos cortos y lentos una taza de café. Cierro los ojos por un instante, disfrutando del momento de paz, pero, inevitablemente, recuerdos invaden mis pensamientos y siento que en cualquier instante tendré un ataque de ansiedad. La sangre en mis manos se vuelve tan espesa y es tan roja que, por más que intente limpiarlas, ella parece haberse quedado adherida a mi piel para siempre. Por más que me lave las manos, nunca podré limpiarme de aquel líquido repugnante. Mi respiración se acelera, siento como los latidos de mi corazón van e
Ver toda esa sangre me paraliza de pies a cabeza, me trae el recuerdo de lo que pasó hace años. Me hace sentir tan ansiosa como lo están mis fieles compañeros. ¿Por qué me persigue este tipo de situaciones? Pero, en especial, ¿de dónde salió ese hombre? ¿Cómo es posible que haya aparecido aquí, en medio de la nada y con heridas de gravedad?¿Habrán dejado el cuerpo aquí tirado? La sola idea me provoca escalofríos y me entra un miedo terrible de que alguien esté por ahí, vigilando a la distancia, asegurándose de que el hombre en cuestión no se vaya a levantar. Tanto Kansas como Nerón no dejan de ladrar alrededor del cuerpo, pero yo soy incapaz de moverme de mi lugar y acercarme y verificar si está muerto o vivo. Debería llamar a la policía y dar aviso; sin embargo, no cuento con un teléfono, además de que muy en el fondo me da miedo avisarles y que me señalen a mí como la responsable. Volver a la cárcel nunca será una opción. Si conseguí mi libertad fue porque mi abogada apeló y m
No sé cómo lo logré, pero conseguí entrar al hombre desconocido a mi casa. Desde que se desmayó no ha despertado ni una vez y empiezo a cuestionarme si hice bien en no llevarlo a un hospital. He estado dándole vueltas todo el día, viendo si aún respira o si se despierta y necesita algo, pero él parece haber entrado en un estado de coma que me aterra y me mantiene en vilo. Debí llevarlo a un hospital; sin embargo, aún recuerdo la expresión de terror que puso cuando lo mencioné. Quizás por eso no lo llevé, porque me convenció de que, probablemente, existía la posibilidad de que terminaran con su vida. Lo que me lleva a deducir que, en efecto, este hombre está metido en algo turbio y peligroso, algo que yo no debería indagar, porque podría terminar en sus mismas condiciones. A ti no te tiran a matar de la noche a la mañana y solo porque sí, ¿verdad? Mi lado paranoico me recrimina por ayudarle, pero mi lado más humano jamás lo hubiera dejado a su suerte, abandono y malherido. Tantas v
Luego de darle la sopa que le preparé, dejo que el hombre descanse y recobre un poco más de energía.Antes de ir a mi habitación, me aseguro que esté bien, que no esté sangrando o prendido en fiebre. Pero en aspecto se ve mucho mejor y su piel ya no se siente tan caliente cuando la toco.Cansada, me dirijo hacia mi habitación y me doy un baño largo y tibio que me quite todo el estrés del día. Hace mucho que no me preocupo por nada más que no sea cultivar maíz y cuidar de mis animales. En realidad, hace mucho que no tenía un contacto tan prolongado con otra persona. Desde ese día… desde la cárcel… Sacudo la cabeza, no es momento para dejarme llevar por esos malos recuerdos.Hoy soy libre, tengo lo que quiero y me siento bien estando aquí, lejos del mundo entero. Salgo envuelta en una toalla y Kansas y Nerón me dan la bienvenida ocupando toda la cama. Sonrío, una sonrisa genuina y real, después de todo, mis perros lo son todo para mí. Ellos son la compañía que necesito, me hacen tan f
Lo contemplo por largos segundos en silencio. ¿Es que acaso sí lo conozco y no recuerdo?Imposible. Un hombre así, con ese porte, con esa voz tan masculina, esos pectorales y brazos bien fornidos, esa mirada tan profunda y bonita y toda esa buena delantera es imposible de olvidar.—Estoy cien por ciento segura de que no te conozco. Abre la boca con toda la intención de decirme algo, pero sacude la cabeza con fuerza, dejando los platos nuevamente en la mesita junto a la cama. —Estás bromeando, ¿no es cierto? Todo el mundo, y digo el mundo entero, sabe quién soy yo. —Bueno, debo pertenecer a ese pequeño porcentaje del mundo que ignora quién eres —refuto.—No es posible —ríe, ahora sí con algo de gracia—. Soy el presidente de este país, Jack Russell. ¿Cómo es posible que no sepas quién soy? Lo miro desconcertada por un segundo antes de explotar en risas. Desde luego, y yo debo ser alguna princesa que se perdió o tiraron al mar. —¿No me crees? —inquiere, entrecerrando los ojos y luc