El hombre se marchó. Luciana, del brazo de Catalina, preguntó: —Mamá, ¿qué secreto tendrá para creer que puede chantajearla?
Catalina sonrió: —No necesitamos preocuparnos por eso. Solo debes saber que ella no es rival para ti. Terminará siendo el juguete de Gonzalo.
Luciana sonrió con malicia. En su opinión, una campesina como ella, solo merecía a alguien como Gonzalo, ¿con qué derecho ocupaba el puesto de señora Figueroa?
—Mamá, eres la mejor. —Elogió.
Los ojos de Catalina brillaron: —Tu padre no ha vuelto a casa en varios días. Llámalo y pídele que regrese, a ti sí te escucha.
Su esposo siempre la trataba a su hija como una princesa, nunca le negaba nada.
Ella asintió: —Sí, mamá, lo llamaré ahora mismo, te aseguro que volverá.
Sacó su teléfono .
Catalina se sintió aliviada. Sin Valentina en su camino, sería muy feliz.
[...]
En el Grupo Figueroa.
En la oficina presidencial del Grupo Figueroa; Mateo descansaba en su amplio sillón de cuero negro. Hoy tenía un visitante, su buen amigo Lu