Y se dio la vuelta para irse.
—¡Espera! —Joaquín lo llamó.
Él se detuvo.
Joaquín miró a Valentina y la acusó, furioso: —¿Qué clase de persona eres? ¡Es tu padre y te niegas a reconocerlo!
Los otros jóvenes, uniéndose a su disgusto, la odiaron mucho más: —Ya es bastante malo que tengas orígenes humildes, pero ahora resulta que también eres egoísta y despiadada. ¡Desprecias a los pobres y adulas a los ricos!
—¿Cómo pudo el señor Figueroa casarse contigo? ¡Eres una mancha en su nombre!
Todos la acusaban.
Luciana, sonreía satisfecha.
Camila quiso hablar, pero Valentina la detuvo con un gesto.
Catalina se acercó y la miró con falsa bondad: —Hija, esto está mal. Gonzalo dedicó su vida a tu cuidado. Deberías llevarlo a tu casa ahora mismo.
Ella y Luciana sabían que Valentina jamás revelaría las atrocidades que había hecho Gonzalo. La mayoría de las chicas eligen callar cuando son agredidas, prefieren tragarse el dolor en silencio. Y ella no era la excepción.
Este era el plan venenoso que hab