Daniela llegó al edificio de CY Tech. Era la primera vez que visitaba la empresa de Nicolás. Su imponente rascacielos se elevaba hasta las nubes, muy majestuoso.
En este momento, Nicolás era la única persona en quien Daniela podía pensar, la única en quien quería apoyarse.
Daniela entró corriendo a la empresa. La recepcionista la vio y preguntó:
—Buenos días, ¿a quién busca?
—Buenos días, ¿está el señor Duque? Vengo a ver a Nicolás Duque —respondió Daniela.
—¿Busca a nuestro presidente? ¿Tiene cita? Solo se puede ver a nuestro presidente con cita previa.
Daniela se quedó inmóvil.
—No tengo cita.
—Lo siento, entonces no puede verlo.
—En ese caso, llamaré al señor Duque ahora mismo —dijo Daniela.
Sacó su teléfono y llamó a Nicolás.
Los tonos de llamada sonaron una y otra vez, pero nadie respondió.
¿Qué sucedía?
¿Por qué no contestaba su llamada?
Daniela, persistente, intentó una segunda y una tercera vez, pero el resultado fue el mismo: Nicolás no respondía.
¡Nicolás, por favor, contesta