Valentina y Daniela quedaron de verse en un restaurante. Las dos se sentaron en un lujoso reservado privado. Daniela le entregó el menú a Valentina: —Valentina, has esperado todo el día en el ayuntamiento, debes estar hambrienta. ¡Rápido, ordena primero!
Valentina no hizo ceremonias. Abrió el menú y pidió varios platos.
Daniela le preguntó: —Valentina, ¿qué pasó hoy exactamente? ¿Por qué Mateo no fue al ayuntamiento?
Valentina negó con la cabeza: —Tampoco lo sé. Lo llamé, pero no contestó para nada.
Con un golpe en la mesa, Daniela exclamó: —¡Esto es indignante! Mateo te dejó plantada. ¡Ahora mismo lo llamaré para preguntarle!
Daniela sacó su teléfono y marcó el número de Mateo.
El tono de llamada sonaba y sonaba, pero nadie contestaba.
Daniela estaba desconcertada: —¿Por qué Mateo no contesta el teléfono? ¿Qué demonios está haciendo hoy?
En ese momento, el mesero trajo la comida. Valentina tomó los palillos y comenzó a comer en silencio.
Daniela: —Valentina, no te preocupes. ¡Me asegu