En medio de ese momento tierno entre abuela y nieta, sonó el teléfono de la sala de estar. Alguien llamaba.
Katerina rápidamente soltó a Sofía: —Sofía, está sonando el teléfono. La abuela va a contestar.
Sofía dijo alegre: —¿Serán papi y mami llamando?
—Vamos a ver.
Katerina contestó el teléfono y pronto se escuchó la voz de Valentina: —Katerina, soy yo.
—Valentina, ¿ya registraron su matrimonio tú y Mateo? ¡Entonces deberías cambiar la forma de dirigirte a mí, deberías llamarme mamá! —dijo Katerina alegremente.
Valentina hizo una pausa: —Todavía no hemos registrado nuestro matrimonio.
—¿Qué? —Katerina se sorprendió—. ¿Por qué tú y Mateo no han registrado su matrimonio? ¿No habían acordado casarse hoy?
Valentina: —Mateo no vino.
Katerina: —Ese chico tonto, ¿se ha vuelto loco? ¿Por qué no fue?
—Lo he estado llamando, pero no contesta. ¿No ha vuelto a casa?
—No, Mateo no ha regresado.
—Eso es muy extraño. No puedo contactarlo ahora. ¿Le habrá pasado algo?
Katerina se puso inmediatamente