Al mirar el atractivo rostro de Mauro, Mariana se sentía muy satisfecha. Los Betancur eran una familia de la alta sociedad, y Mauro era guapo, rico y el joven más extrovertido del círculo. Mariana sentía que todo su cuerpo se derretía.
Mauro permaneció en silencio.
Mariana se desabrochó el cinturón de seguridad y pasó desde el asiento del copiloto, sentándose a horcajadas sobre las piernas de Mauro.
—Mauro, no dices nada. ¿Acaso quieres hacerlo en el coche? —dijo sonriendo.
Mariana tomó el rostro de Mauro entre sus manos y lo besó directamente.
Hacía una semana que Mauro no dormía con Mariana, y su joven y vigoroso cuerpo reaccionó al instante.
Rodeó la cintura de Mariana con sus brazos y compartieron un beso profundo.
La mano de Mariana bajó por su pecho, descendiendo cada vez más...
De repente, Mauro le sujetó la mano, deteniéndola.
Interrumpida la pasión, Mariana se sorprendió.
—Mauro, ¿qué pasa?
El apuesto rostro de Mauro mostraba cierta irritación.
—Esta noche no estoy de humor. N