Marcela miró a Mateo: —Señor Figueroa, nosotros los Méndez realmente no queremos enemistarnos con usted. Pero lamentablemente, hoy no podrá tocar ni a Luciana ni a ninguno de nosotros. ¡Hoy todos los Méndez saldremos de aquí sanos y salvos, sin que falte ninguno!
Marcela dijo que hoy los Méndez saldrían sanos y salvos.
Daniela se rio fríamente: —Marcela, eres muy presumida. El señor Figueroa y Valentina están aquí, y te atreves a decir que los Méndez superarán esta prueba sin problemas.
Camila añadió: —Marcela, antes ustedes consideraban al señor Figueroa su mayor respaldo. Ahora que ya no cuentan con ese apoyo, ¡siguen siendo tan arrogantes!
Marcela sonrió con frialdad: —Si no nos creen, ¡adelante, inténtenlo!
Valentina observó a los Méndez, y sus ojos fríos mostraron un ligero cambio. Conocía demasiado bien a los Méndez; ahora Marcela parecía tener otra carta bajo la manga.
Mateo los miró e hizo un gesto con la mano: —¡Arréstenlos a todos!
Los guardaespaldas de Mateo se acercaron inm