En ese momento, alguien arrebató el teléfono a Esteban y la voz de Dolores se escuchó:
—Lela, ¿qué acabas de decir? ¿Valentina está embarazada?
Dolores estaba con Esteban y casualmente había escuchado la llamada de Daniela.
Daniela había prometido a Valentina no revelar su embarazo, pero ahora la situación era crítica y no podía preocuparse por eso. Solo quería que Valentina y el bebé estuvieran a salvo.
—Sí, Dolores. Valentina está embarazada. Lleva en su vientre al hijo de Mateo, ¡el primogénito legítimo de los Figueroa!
Dolores sintió una mezcla de sorpresa, alegría y temor:
—¿Por qué Valentina no me dijo que estaba embarazada? Lela, no te asustes. Tu padre y yo iremos inmediatamente. ¿Has contactado con Mateo? Es el padre del niño.
—Dolores, no puedo contactar con Mateo. Su teléfono no responde.
Dolores golpeó el suelo con su bastón:
—¡Ese sinvergüenza! Ya es padre y abandona a su mujer y a su hijo. ¡Ya verá cómo lo voy a enderezar!
La llamada terminó. No había tiempo para charlas.