Valentina estaba furiosa y comenzó a sentir dolor en el vientre nuevamente.
Se puso una inyección y quiso recostarse a descansar.
En ese momento sonó la melodía de su teléfono. Era una llamada.
Era su buena amiga Camila.
Valentina contestó:
—Hola, Camila.
La voz de Camila llegó inmediatamente, con cierto nerviosismo:
—Hola, Valentina, tengo un problema.
El corazón de Valentina se tensó:
—Camila, ¿qué te sucede?
—Valentina, acabo de llegar a casa después del trabajo, pero un grupo de personas irrumpió repentinamente en mi casa. Me asusté y me escondí en mi habitación.
—¿Qué? ¿Quiénes son estas personas? Camila, ¿has llamado a la policía?
—Ya lo hice. Estas personas me están buscando por toda la casa y dicen que quienes ofenden al señor Figueroa no tendrán un buen final.
¿Mateo?
Valentina apretó el teléfono, sus nudillos blancos por la presión. Mateo ya había atacado a Daniel, ¿y ahora iba tras su buena amiga Camila?
Mateo sabía cuánto le importaban las personas cercanas a ella y estaba