Luciana resopló con desdén: — Mateo, seguro que Valentina sabe que la estás buscando. Se está escondiendo a propósito. Qué manipuladora es.
Marcela añadió: — Señor Figueroa, no se preocupe por Valentina. Ella siempre sobrevive.
Fernando, observando la frialdad de los Méndez, dudaba seriamente que Valentina fuera realmente parte de su familia.
— Presidente, tengo una buena noticia —dijo Fernando.
Mateo: — ¿Qué noticia?
— La doctora milagro acaba de contactarnos. No pudo asistir al banquete por un imprevisto, pero mañana a primera hora vendrá al hospital para ver a la señorita Luciana.
¿Qué?
Los ojos de Luciana brillaron: — ¿En serio? ¿Mañana temprano la doctora milagro vendrá a verme?
Marcela: — ¡Qué maravilla! Con la doctora milagro, la enfermedad cardíaca de Luciana seguro que tiene cura.
Dana: — Me decepcionó no verla en el banquete, pero conocerla mañana es fantástico.
Catalina tomó emocionada la mano de Luciana. La enfermedad de su hija había sido siempre su mayor preocupación, y a