Valentina no dijo mucho más: —Mañana frente a la antigua casona de los Méndez, yo traeré al falso doctor milagro, ustedes traigan las cenizas de mi padre y haremos el intercambio cara a cara.
Dicho esto, Valentina entró y cerró la puerta del apartamento de un portazo.
Todos quedaron sin opciones.
Catalina, con expresión de desconfianza, comentó: —Ya hemos presentado la denuncia y estamos buscando a ese falso doctor milagro por todos los medios posibles, pero parece que se ha esfumado de la faz de la tierra, ni siquiera se ve su sombra. Y ahora Valentina dice que mañana lo traerá. ¿Por qué me cuesta tanto creerle?
Dana miró hacia Mateo: —Señor Figueroa, ¿qué opina usted?
Mateo contempló la puerta cerrada del apartamento y, apretando levemente sus labios finos, respondió: —A estas alturas, aparte de confiar en Valentina, parece que no tienen otra opción.
Todos se resignaron.
—Entonces esperemos hasta mañana, a ver si Valentina puede traer al falso doctor milagro —sentenció Marcela, dando